LA COMUNICACIÓN INTERNA VS. LA COMUNICACIÓN EXTERNA.
Cuantas veces te has encontrado diciendo algo y pensando otra totalmente diferente; si, en un número significativo de veces nos pasa esta situación, situación que pudiera causarnos alguna incomodidad al reflexionar y evaluarnos de si será esto falta de sinceridad, hipocresía u otro calificativo que contribuya a evaluar nuestra contradicciones entre pensamiento honesto y discurso conveniente.
Existe un sabio proverbio que dice:”si no tienes nada importante que decir; no digas nada”. Esto es casi imposible ya que de alguna forma nuestro dialogo interno exterioriza algunas informaciones que procesamos como comunicación interna, si; ese conversar con nosotros mismos aflora por los poros, los ojos, la postura, el color de las mejillas, la tonalidad de las pupilas y hasta la temperatura de nuestro cuerpo, claro que las palabras sólo las oímos nosotros; pero, que importa si ellas apenas representan un mínimo porcentaje en lo referente a una comunicación efectiva.
Esta comprobado que no sólo comunicamos con las palabras; que ellas ayudan a dar un mensaje, idea o pensamiento, pero no son el mensaje total, nuestro cuerpo complementa la información y hasta da más información de lo que las palabras expresan; no hablamos de emociones , es mas bien de señales corporales que delatan al más hábil conversador.
Estas señales corporales, vistas como el puente entre la comunicación interna y la comunicación externa permite al hombre explorar algunos instintos natos de la especie animal, ese lenguaje que hemos disminuidos con el uso de la ciencia y la tecnología, pero, que en el momento más discreto aflora con la naturalidad de un gesto, un voltear de vista, un cruce de piernas o una inflación de las fosas nasales, y ¿por que no?,¡ un puchero tierno e inocente!, es esto entonces una razón para afirmar que en la mayoría de nuestras comunicaciones estamos dando más información con muestro cuerpo que con nuestra voz.
Es un hecho que la comunicación interna es más común que la externa; por lo tanto: “auque te quedes cayado, tu cuerpo me grita cosas que de tú compartirlo podrían hacer la diferencia entre inferirte y comprenderte”.
Benigno, A. Blanco, T.
Octubre / 2006.
benignoblanco@hotmail.com
Cuantas veces te has encontrado diciendo algo y pensando otra totalmente diferente; si, en un número significativo de veces nos pasa esta situación, situación que pudiera causarnos alguna incomodidad al reflexionar y evaluarnos de si será esto falta de sinceridad, hipocresía u otro calificativo que contribuya a evaluar nuestra contradicciones entre pensamiento honesto y discurso conveniente.
Existe un sabio proverbio que dice:”si no tienes nada importante que decir; no digas nada”. Esto es casi imposible ya que de alguna forma nuestro dialogo interno exterioriza algunas informaciones que procesamos como comunicación interna, si; ese conversar con nosotros mismos aflora por los poros, los ojos, la postura, el color de las mejillas, la tonalidad de las pupilas y hasta la temperatura de nuestro cuerpo, claro que las palabras sólo las oímos nosotros; pero, que importa si ellas apenas representan un mínimo porcentaje en lo referente a una comunicación efectiva.
Esta comprobado que no sólo comunicamos con las palabras; que ellas ayudan a dar un mensaje, idea o pensamiento, pero no son el mensaje total, nuestro cuerpo complementa la información y hasta da más información de lo que las palabras expresan; no hablamos de emociones , es mas bien de señales corporales que delatan al más hábil conversador.
Estas señales corporales, vistas como el puente entre la comunicación interna y la comunicación externa permite al hombre explorar algunos instintos natos de la especie animal, ese lenguaje que hemos disminuidos con el uso de la ciencia y la tecnología, pero, que en el momento más discreto aflora con la naturalidad de un gesto, un voltear de vista, un cruce de piernas o una inflación de las fosas nasales, y ¿por que no?,¡ un puchero tierno e inocente!, es esto entonces una razón para afirmar que en la mayoría de nuestras comunicaciones estamos dando más información con muestro cuerpo que con nuestra voz.
Es un hecho que la comunicación interna es más común que la externa; por lo tanto: “auque te quedes cayado, tu cuerpo me grita cosas que de tú compartirlo podrían hacer la diferencia entre inferirte y comprenderte”.
Benigno, A. Blanco, T.
Octubre / 2006.
benignoblanco@hotmail.com
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